jueves, 9 de abril de 2015

Ropa tendida. Experiencia en Colombia.







Siempre que hacemos un viaje o vivimos alguna experiencia que nos emociona o nos “llega”, se graba en el recuerdo una imagen, que automáticamente, se casa con el lugar o el evento y a partir de entonces son inseparables.

Yo encontré esa imagen a los pocos días de estar en Corozal.

Íbamos en el coche, volvíamos de la finca, donde habíamos estado para llevar agua y nos habíamos fotografiado con un hermoso pavo real.

Conducía Edisom y al pobre le hice parar para fotografiar una valla a pie de carretera que cercaba una finca. Y estaba llena de ropa tendida.

¡Ya ves, ropa tendida! ¿Y crees que eso es lo más bonito que veras en este viaje?

Pues seguramente me iba a encontrar con otras maravillas, y situaciones más comprometidas, pero mira por donde, me sentí reflejada en esa ropa.

Tendida, expuesta a la belleza que Dios me estaba mostrando.

Recibiendo toda la grandeza de sus rayos que absorben hasta la última gota de agua y dejándome seca. Pero preparada para arropar, proteger, abrazar, consolar… Ropa tendida que también recoge todo el polvo del camino, que se impregna de una realidad y la padece, sufre o disfruta.

¿Era eso lo que me pedía Dios?