Antes de venir, pensaba que la labor
misionera se basaba en el hacer; organizar catequesis, oraciones... pero
descubrimos que lo que ellos valoraban era nuestra presencia: escuchar,
acompañar… Su agradecimiento aún nos desborda y nos cuesta comprender, pero nos
lo llevamos guardados en el corazón.
Los jóvenes buscaban conocernos y compartir
su fe. Después de cada misa nos buscaban para estar con nosotros, mostrarnos su
realidad...incluso nos llevaron a tomar salchipapas colombianas. Su dedicación en la parroquia es admirable y
esperamos haberles dado nuevas energías para que mantengan su admirable
espíritu de fraternidad y alegría de vivir.
Clara Galera, agosto 2018
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